(Sale Burgadea. Eminoldo la despide con una reverencia y se dirige hacia la mesa. Retira la silla, prepara ceremoniosamente los útiles de escritura y se sienta). | |
EMINOLDO | ¿Y ahora qué versos elijo? ¿Cómo urdo el entresijo de estrofas muy bien sonantes que resulten afamantes? ¿Cómo ensalzo la bravura, contemplando una figura en la que todo es blandura? Es una prueba muy dura para mi vasto talento. |
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(Entra Pero). | |
PERO | ¡Juglar, contempladme atento! |
EMINOLDO | (Levantándose). Probad a… ¡Ya desespero! |
(Vuelve a sentarse, dejando caer sobre la silla todo el peso del encargo). | |
PERO | No desesperéis… trovero. Miradme con atención. Empleaos con decisión y empezad a hacer la glosa. Haced una glosa hermosa, que resulte muy honrosa para a quien la glosa glosa y para el que hace la glosa. Una glosa fabulosa, sutil como mariposa, que revolotee espaciosa y que libe, muy gozosa, en la esencia deliciosa de lo que es… (señalándose a sí mismo) aquesta cosa. |