Una aventura en verso
de amor, humor, enredo y magia

Una aventura en verso de amor, humor, enredo y magia

El origen oculto de la expresión

La dinastía de los Yema Mejida esconde un oscuro secreto, oculto tras el lema «Ovum Mandat», unido durante siglos a su escudo de armas. Pero… ¿Por qué decimos «¡Manda huevos!» cada vez que algo nos fastidia y no podemos evitarlo aunque queramos?.

Nuestro protagonista tiene su propia hipótesis. Para Rolando, cuando los acontecimientos ocurren por encima de nuestra voluntad sin que podamos evitarlo, es porque existe una fuerza superior de gran poder, idéntica a la magia del huevo de los Yema Mejida. Por eso el escudo de armas de la familia tiene grabado con letras doradas, desde hace siglos, el lema «Ovum Mandat».

Pero Rolando no tiene todas las respuestas. Y nosotros, en cambio, tenemos un idioma más rico y sorprendente de lo que somos capaces de imaginar. La expresión original del castellano es «Manda uebos». ¡Menuda falta de ortografía!… ¿o no?

La palabra «uebos», tal cual ves escrita, es un arcaísmo que existe realmente. Puedes encontrarlo en el diccionario de la Real Academia, procede del latín y NO está en plural. Tiene su origen en el término «opus» (que en este contexto significa «necesidad»). Es decir, que cuando los antiguos decían «Manda uebos» estaban diciendo que la necesidad obliga, lo que nosotros traduciríamos como «Por narices», o subiendo el tono «Por cojones».

Durante mucho tiempo, sobre todo en el ámbito judicial, cuando una prueba o argumento eran tan evidentes que no había margen de interpretar los hechos de manera distinta, entonces se decía «Mandat opus» (que luego evolucionó en «Manda uebos») es decir: «la necesidad manda», las evidencias nos obligan.

Lo que le ha ocurrido a esa expresión a partir de entonces ya puedes imaginarlo: durante décadas, los españolitos que escuchábamos «¡Manda uebos!», por desconocimiento del arcaísmo «uebos» interpretábamos erróneamente que se refería al otro «huevo» en plural, y empezamos a escribir (y a entender) «¡Manda huevos!», hasta convertirlo en una expresión popular. De ahí a identificar el «huevo» con el testículo sólo va un paso, y terminamos inventando la expresión «manda cojones» y regodeándonos en ella (más expresiva sí que lo es).

Si os fijáis, estamos ante una de esas deliciosas aventuras del idioma español. Cualquiera de aquellos individuos de hace siglos se sorprendería al saber que la inocente expresión «la necesidad manda» ha terminado evolucionando a «manda cojones», para expresar exactamente lo mismo: que no queda más remedio.

Ahora ya sabes que puedes escribir con fundamento: «¡Manda uebos!»… ¡y que alguien se atreva a decirte que cometes un error ortográfico!


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