La magia justifica los medios
Aunque Endrina está atrapada por el hechizo del huevo de Rolando, ella no se siente víctima, sino criatura afortunada, porque ha sido tocada por la magia del amor. Y es que el huevo está muy bien diseñado, y liga a los amantes no en un sentido platónico y etéreo, sino con una relación auténtica, al añadir a sus ovoides prestaciones un acercamiento multimedia entre los amantes, que la autora representa envuelto en poesía en el Preludio Mágico, al principio del acto I.
Pero mientras que Rolando realmente no tiene ninguna objeción familiar a su amor (todos los varones de la casa de los Huevones han pasado por este inevitable y ancestral ritual), Endrina debe luchar con la oposición paterna. Así, se da la cómica circunstancia de que, a la hora de la verdad, nuestro héroe corre el riesgo de aparecer como un sujeto indeciso y temeroso (al que se le traba la lengua y le suda el cogote). Por el contrario, Endrina, bien por propio mérito o por el impulso espiritual del huevo, se muestra como una mujer madura y determinada a poner en juego todo su ingenio, convenciendo a algún que otro aliado improvisado, para reconducir la actitud de quienes quieren decidir su futuro por encima de su voluntad.